miércoles, 15 de mayo de 2013

EL DESIERTO, ETAPA INELUDIBLE.


  El Espítitu llevó a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. De la misma manera que un barco zarpa de un puerto con un rumbo especial, Jesús fué enviado al desierto con un propósito y plan específicos. Jesús fue enviado por el Espíritu Santo, quien estuvo a cargo de concebirlo en el vientre de Maria, de ungirlo en el rio Jordán, de acompañarlo constantemente, de fortalrcerlo en la cruz, de resucitarlo y de glorificarlo.

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  El desierto del Espíritu no es un lugar seco, ni es una temporada donde Dios nos abandona. Muchos creen que están pasando por un desierto porque no sienten la presencia de Dios en sus vidas y pierden la vitalidad de su relación con Dios. ¡No! En los desiertos del Espíritu, Dios es real, glorioso, asombroso. En el desierto del Sinaí, Israel tenia sombra de dia, fuego de noche, maná y codornices. Allí, la presencia de Dios era manifiesta constantemente. En los desiertos que el Espíritu prepara, la presencia de Dios es intima, rica e intensa. Pero estos siempre vienen despues de un toque profundo del Espíritu.
  Despues de la salvación, el Espíritu Santo comienza a tocar nuestra vida con bendiciones, con revelaciones, con ministerios, con cargas, con visiones, con llamamietos. Muchos han sentido ese toque, esa voz interna que nos motiva a servir a Dios, a creer en algo imposible, a desear algo inalcanzable. Esos deseos los pone el Espíritu en  nuestros corazones.
    Y luego ¿qué? ¿Qué hacemos  con ese deseo de servir al Señor y con esa visión? ¿Qué hacemos con esa profunda y segura convicción de que Dios va a hacer ese milagro en nuestra vida? ¿Qué hacemos luego de oir un poderoso mensaje?, luego de una ungida ministración que nos eleva más allá de las imposibilidades y nos lleva a la fe para creer que Dios hará  ese milagro? ¿Qué hacemos cuando pasamos por una experiencia así? La respuesta es: "No hagas nada,espera". El Espíritu Santo sin que tu se lo pidas, te llevará a un desierto para examinarte.
   Así es. Somos examiados en el desierto del Espíritu. Allí es probada nuestra visión, nuestra misión y nuestra fe. En el desierto es probado nuestro corazón y nuestras intenciones. No lo olvide, ¡el Espíritu te está guiando! El tentador vendrá porque el Espíritu lo permite. El tentador es una herramienta en las manos del Espíritu para tu beneficio. ¿Con qué propósito fué llevado Jesús al desierto para ser tentado? ¿Qué es lo que Jesús necesitaba aprender en ese lugar? ¿Qué es lo que necesitamos aprender en el desierto del Espíritu?.
  ¿No es suficiente la unción y ser llenos del Espíritu? ¿No es suficiente su toque en nuestras vidas y su llamado para salir de una vez y revolucionar al mundo? ¿No es suficiente que el Padre nos llame "hijos" y que esté complacido? Si no fué suficiente con Cristo, no es suficiente con nosotros.
   El espíritu llevó a Jesús al desierto luego de la experiencia del Jordán para enseñarle el poder de la Palabra de Dios y para que experimentara el poder que salia de su boca al decir: "Escrito está".Jesús no derrotó a Satanás con experiencias.
   Con frecuencia, el arma que usa el diablo es la interrogación insidiosa. A Eva le preguntó: "¿Con que Dios os ha dicho: No comais de todo arbol del huerto?"(Génesis 3:1). A Jesú le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" (Mateo 4:3). En el desierto del Espíritu, luego de todo toque de Dios, el tentador se acercará a preguntarnos: "¿Es real la experiencia que has tenido? ¿Puedes confiar en Dios? ¿Sucederá lo que esperas de Dios? Posiblemente Dios lo hizo para otros, pero no lo hará para ti".

   Jesús respondió:   Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre,  sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4)

   Satanás cuestionó la naturaleza de Jesús como Hijo de Dios. Otro quizás le hubiera contestado: "¿No oiste, Satanás, lo que mi Padre acaba de decirme? ¿No recuerdas que en el Jordán dijo que Yo soy su Hijo y que Él está muy complacido conmigo?" ¡Jesús no! Jesús no derrotó al tentador relatando experiencias. Lo derrotó con la Palabra. Con el "ESCRITO ESTÁ". En el desierto del Espíritu aprendemos a no depender de nuestras experiencias, aunque hayan sido gloriosas, sino a vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios.
  Cristo declaró tres veces  "ESCRITO ESTÁ". Satanás huyó.
  Esos son momentos de prueba. El tentador viene a sembrar la duda. ¿Está Dios en esto? ¿Está Dios contigo?. Si nos basamos en nuestras experiencias vamos a ser derrotados. Son momentos en que uno aprende a usar la Palabra que sale de la boca de Dios. Él es mi sanandor, aunque nunca me haya usado en sanidades. Dios es mi sanador aunque nunca me haya sanado. Dios es mi proveedor aunque nunca haya visto esa provisión. Dios es mi vida aunque me esté muriendo
  En el  desierto aprendemos a usar la Palabra, no las experiencias. En el desierto aprendemos a verlo a Él sin buscar señales, confirmaciones ni pruebas.
   No podemos enfrentar al tentador con nuestra experiencia devocional. Debemos pasar por los desiertos del Espíritu donde aprenderemos a descansar en la Palabra de Dios y en la obra del Espíritu Santo. En el desierto hemos de aprender a morir a nuestras experiencias, a nuestros conocimientos religiosos y a nuestras propias fuerzas.
   Si estás enfrentando una situación ultradificil, presta atención. Dios te hablará, ya sea por un mensaje, por la ministración de alguno de sus ungidos, por la Palabra, durante la adoración y alabanza, durante un momento de meditación y oración o en el momento menos esperado. Luego que el Espíritu Santo te anime y te infunda la fe para creer, ¡prepárate!. Luego de esa infusión de fe, tendrás que caminar por fe y no por vista. El Espíritu Santo nos pondrá a esperar en un desierto para ser probados. Vendrá el tentador, vendrán los profesionales y nos dirán: ¡No hay salida! . En ese momento no intentes resistir relatando la experiencia hermosa que tuviste con el Espíritu Santo cuando la fe nació en tu corazón. Si lo haces, el diablo tratará de desvirtuar la validez de esa experiencia. Hay una sola cosa que el diablo no puede resisitir: ¡¡LA PALABRA DE DIOS!!

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